
El cáncer de vejiga es uno de los tipos de cáncer más frecuentes. Conforme evoluciona la enfermedad, los tumores localizados en este órgano pueden crecer y aún extenderse a otras áreas del cuerpo. En el Centro Médico Vitus, un nuevo caso de detección temprana y tratamiento médico oportuno, confirma que es posible y beneficioso actuar a tiempo.
Recibimos en el Servicio de Urología del Centro Médico Vitus la consulta de un paciente de 58 años, que presentaba dificultades al momento de la micción y hematuria (sangrado en la orina). En el marco de una serie de estudios de laboratorio y a través de una ecografía de próstata, vejiga, riñones y conductos del sistema urinario, pudo detectarse la presencia de una malformación en el interior de la vejiga.
Habitualmente, el cáncer de vejiga se diagnostica tempranamente por la aparición de sangre en la orina u otros síntomas urinarios que motivan la consulta con el especialista. En este caso en particular y en función de los resultados de los estudios, el paso siguiente para confirmar las lesiones fue realizar una cistoscopia flexible —que permite una inspección por dentro y en detalle—la cual reveló la presencia de un tumor vesical de tamaño considerable.
La mayoría de los tipos de cánceres de vejiga comienzan en el revestimiento más interno de este órgano, que se llama urotelio o epitelio de transición. A medida que dicha patología crece hacia o a través de las otras capas de la pared de la vejiga, su etapa se vuelve más avanzada, y puede resultar más difícil de tratar. Cuando la enfermedad evoluciona, el cáncer puede crecer fuera de la vejiga y extenderse hacia estructuras cercanas o bien a otras partes del cuerpo. Como en todos los casos, la detección temprana es muy importante para determinar el tratamiento adecuado, así como para encontrar la enfermedad en aquellas personas que no presenten síntomas. Si bien no forma parte de los análisis de rutina, es importante hacerlo en personas con antecedentes, con defectos congénitos en la vejiga y en aquellos que estén expuestos a ciertos productos químicos en su ámbito laboral, que son los más propensos a padecerlo.
Volviendo al caso de nuestro paciente, una vez que tuvimos los resultados en mano, ¿qué hicimos? Concretamos la cirugía de extracción del tumor que tuvo una duración de 45 minutos aproximadamente. Completada la misma y luego de observar la recuperación, en el mismo día el paciente pudo regresar a su hogar. Por su parte, el tumor vesical fue enviado a anatomía patológica, que confirmó la tipología del mismo y determinó sus características: de bajo grado no invasivo; sin dudas una buena noticia para el paciente. El paso siguiente fue realizar una serie de tomografías con las que se determinó que no hubo propagaciones en el resto del organismo.
Una vez más, la celeridad en la consulta ante la aparición de síntomas y el tratamiento temprano hicieron que podamos compartir buenas noticias con nuestros pacientes.